domingo, 8 de marzo de 2015

EL PALOMO. Palomares del Río (Sevilla, 2005-2007)

"Esta historia que comenzamos a redactar hoy, tenemos que entenderla en términos de encrucijadas, y nunca como un camino recto. Necesitamos repensar la historia para analizar mejor el presente y plantearnos un nuevo futuro (…). Esta propuesta de romper la línea continua […pretende] un materialismo histórico liberado de la noción de progreso". Josep Fontana

Nos planteamos ir construyendo una historia popular que vaya ensanchando su materia de estudio y se acerque a una historia de la gente poco importante; para poder así ofrecer nuevos mapas de conocimiento (basados en la comprensión vivida del caos y de la construcción en espiral) en oposición a la historia que se imparte en el sistema educativo (una historia lineal de progreso y de causas/efectos).

 

Entendemos el proceso como una espiral con continuas aberturas hacia nuevas construcciones (posibles espirales potenciales). No hay una línea que pueda explicar el sentido y los objetivos del proceso. La línea es una ilusión/excusa para pasar de la seguridad de lo posible a la esperanza de lo imposible. Pasar de construir un PGOU y un Plan Estratégico participativo (que ya de por si parece imposible), a ser protagonistas de nuestro propio futuro, de nuestra vida cotidiana, reproduciendo de forma ampliada nuestras condiciones de vida. Si hemos de ser sinceros en Palomares la parte de los imposibles está poco desarrollada, y el empujón fuerte se le debería dar a partir de ahora con nuevos proyectos. Que vayan complementando el proceso de ilusionismo social.  Es este proceso de dinamización en el que se abren los sentidos lo que llamamos ilusionismo social: es una forma de hacer que se basa en la dimensión dialéctica, tiene como punto de partida las metodologías participativas (especialmente en la IAP) y se desarrolla en el trabajo con las culturas populares. Como eje central tiene la dinamización y generación de mediaciones sociales deseadas en los espacios y tiempos cotidianos; para ello hay que trabajar con y desde la gente, moviéndonos de la seguridad de lo posible hacia la esperanza de lo imposible, mediante la autogestión de la vida cotidiana. Sin poder diferenciar el pensar y el sentir, la acción y el conocimiento, el reconocimiento  y el aprendizaje de todos los saberes.



Empezamos a trabajar en Palomares del Río por la llamada de Manuel Casado (Concejal de Urbanismo y Desarrollo Local) a Javier Encina (coordinador del proyecto); lo primero fue poner en marcha el principio de ilusionismo de negociación inicial que tiene su pilar fundamental en que el Ayuntamiento acepte sin cortapisas las propuestas colectivas trabajadas por los vecinos y las vecinas de Palomares. Esto se acepta, y a partir de aquí se construye el equipo de dinamización.


La prueba más dura de este compromiso llega cuando el 2 de mayo de 2006 tras firmar el alcalde un convenio de colaboración urbanística con una constructora, el Concejal de Urbanismo hace una rueda de prensa para explicar los primeros resultados del proceso de participación que aún difiriendo del convenio se aceptan y por lo tanto lo modifica. Lo que pone de relevancia el compromiso político y desarrolla la técnica de puesta en valor del trabajo colectivo.

La ética, que es otro de los principios de ilusionismo social, del investigador está en la primera negociación, no se puede negociar nada que no esté basado en el pilar de que se tienen que aceptar las decisiones populares, y en el que si no se aceptan en un momento determinado, desengañando a la gente con la que se venía trabajando, hay que asumir que la única decisión ética es marcharse.



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