domingo, 18 de septiembre de 2016

Reflexiones de principio de curso: ¿Qué significa 'conocer a alguien'?

Esta entrada procede de los primeros debates que mantuvimos en el curso online impartido por Javier Encina y Ainhoa Ezeiza entre el 4 de abril y el 13 de mayo de 2016, con profesorado de enseñanza reglada del Sistema Educativo Vasco (Programa PREST_GARA). Esta formación se impartió en euskera y hubo dos sesiones presenciales al inicio (blog sarrera honen euskarazko bertsioa hemen)

El material base del curso es la versión en euskera de este cuadernillo:
De los modelos participativos a la construcción colectiva. Culturas populares, ilusionismo social y desempoderamiento. Editan: Ikaskidetza Sarea, Bitiji-Toreador de Pájaros, UNILCO-espacio nómada y Colectivo de Ilusionistas Sociales. Sevilla/Donostia (pdf)

Estas son algunas ideas de los primeros días del curso, las dos sesiones presenciales y el inicio del trabajo online.

PRESENTÁNDONOS: ¿QUÉ SIGNIFICA CONOCER A ALGUIEN?

Comenzamos el curso leyendo y compartiendo en grupos pequeños lo leído, para ir así abriendo el debate. No quisimos deliberadamente comenzar con las presentaciones porque nos parece que conocer a alguien no puede reducirse a dos palabras que se nos ocurren al principio, cuando aún ni reconocemos las caras de quienes nos rodean. Entendemos que conocer a alguien es algo que se construye, que se va generando con nuestras miradas, los sonidos, las conversaciones, las vivencias... los pensares/sentires/haceres que se van construyendo de forma colectiva.

Comenzar por un "preséntate ante tus compañer@s" es una visión reduccionista que limita y que fuerza a algo que no suele suceder de esa manera en los espacios y tiempos cotidianos. En estos espacios y tiempos cotidianos, es posible que alguien nos presente a otras personas, o que al vernos con alguien una y otra vez nos preguntemos los nombres, o incluso puede que compartamos mucho con alguien y no sepamos cómo se llama...

Quién soy yo?

Quién soy yo?

He aquí una buena pregunta,
para hacérsela al hombre por la tarde
cuando ya está cansado
y se sienta en el umbral de la noche.

Si se abriese ahora, de improviso, la puerta,
y alguien se adelantase a preguntarme,
quién soy yo?...
no sabría como me llamo.

En la mañana nos bautizan,
al medio día, el Sol ha borrado nuestro nombre
y en la tarde, quisiéramos bautizarnos a nosotros mismos.

Salimos de aventura en la madrugada, por el mundo,
con un nombre que nos prende en la solapa,
y creemos que por ese nombre,
van a llamarnos los pájaros...
¡No nos llama nadie!.

Y cuando ya estamos rendidos de caminar
y el día va a quebrarse,
para no perdernos en la sombra,
gritamos enloquecidos y angustiados
Quién soy yo?
y nadie nos responde.

Entonces miramos hacia atrás
para ver lo que dicen nuestros pasos,
y comenzamos a descifrar
y a organizar las huellas
que aún no ha borrado el viento.

Es la hora que el caminante quiere
para escribir sus memorias; cuando dice:
"Les contaré mi vida a los hombres,
para que ellos digan:
"Si es un poeta, querrá contársela
también a los pájaros,
y a los árboles.
Si el poeta es un poco arquitecto,
y algo más orgulloso
tal vez se atreva
a contarle su vida a las piedras;
y dirá:

"Construiré mi morada,
mi sepulcro y todo,
con las piedras más firmes que he tallado.
Yo no sé si soy un poco arquitecto
y algo más orgulloso
que cualquier hombre.
Que orgulloso y enloquecido,
se afane en bautizarse a sí mismo,
por un nombre por el que puedan llamarlo:
Los pájaros,
los árboles,
las piedras.
Con un nombre que no derribe el viento."

El poeta le cuenta su vida primero a los hombres,
después cuando los hombres se duermen
a los pájaros.
Más tarde, cuando los pájaros se van,
se la cuenta a los árboles.

Todo esto se puede traducir de esta manera.
Lo que cuenta a los hombres, está lleno de orgullo.
Lo que cuenta a los pájaros, está lleno de música.
Lo que cuenta a los árboles, está lleno de llanto.

Y todo es una canción compuesta por el viento
de lo cual después
este desmemoriado y único espectador
apenas podrá recordar una palabra.
Pero estas palabras que recuerde
son las que no olvidan nunca las estrellas.

Lo que cuenta el poeta a las piedras,
está lleno de ETERNIDAD,
y esta es el canción del destino
que tampoco olvidan las estrellas.

León FELIPE


Las relaciones entre estudiantes en el aula se construyen, se expanden, se deshacen y se reconstruyen continuamente, así que cuando tenemos 'prisa' por que la gente se conozca, en realidad estamos promoviendo las identidades y los etiquetajes: ¿Quién soy yo? ¿Qué soy yo? ¿De dónde soy yo? Estas preguntas me obligan a simplificarme: "Soy Ainhoa, soy vasca, soy donostiarra, soy profesora" Estos cuatro términos en realidad no me representan, no dicen nada sobre mí, pero facilitan mi clasificación: de aquí/de fuera, de los nuestros/extraña, vasca/no vasca.

II
QUISIERA DECIR CÓMO ME LLAMO

Ando buscando hace ya tiempo una autobiografía poemática que sea a la vez corta, exacta y confesional. Corta. Como una cédula, como una ficha, más corta aún, como una tarjeta de visita; como una inscripción en una piedra dura, como una llamada, como un nombre en la sombra.

Busco un nombre solamente. Mi verdadero nombre (no mi nombre de pila ni mi nombre de casta), mi nombre legítimo, nacido del vaho de mi sangre, de mis humores y del viejo barro de mis huesos que es el mismo barro primero de la Creación, de donde salen las uñas y las alas; mi nombre escrito con las huellas de mis pies sobre la arena blanda, hasta meterse otra vez en el mar, dejando un eco inextinguible en el viento, delante de mí, y la vieja voz que me persigue, a las espaldas. Mi nombre auténtico que le ahorre tiempo al psicoanálisis, al confesor, al cronista y al portero del cielo o del infierno. Un rápido expediente para poder decir en seguida ante cualquier sospecha: éste soy yo. Un nombre nada más, para tirarlo sobre la mesa del Gran Juez, en el último registro del mundo. Mi timbre humano, auténtico y transferible, legítimo y comunal: mi nombre de hoy, de ayer y de mañana, tatuado sobre mi cuerpo palpitante. Mi nombre humano, tan actual, tan viejo y tan duradero como el quejido y el llanto, para llevarlo colgado orgullosamente del cuello y hacerlo sonar como una esquila en el gran rebaño del mundo y el día del Juicio Final. Un nombre por el que tengo que recibir y por el que tengo que pagar; por el que tengo que responder y por el que tengo que exigir.

León FELIPE


Son muchas las acciones escolares que se apoyan en la Identidad (con mayúsculas); las Aulas de Refuerzo Lingüístico, los Protocolos de Acogida para el Alumnado Emigrante, las Aulas de Diversificación Curricular... se basan en la idea de 'quién NO es' esa persona (NO habla bien, NO sabe el idioma, NO atiende en clase, NO responde adecuadamente a las obligaciones, NO se ha adaptado, NO entiende...). Se expulsa de clase a quien no se adapta, porque para adaptarse se supone que tiene que juntarse con otra gente que tampoco se adapta, y así, juntos, aprender a adaptarse... ????

O, desde la perspectiva de la escuela inclusiva, se plantea la integración de las personas diferentes, porque presupone que, por el hecho de 'ser diferente', están 'fuera' y hay que 'incluirlas', desde la premisa de que 'si quieres, puedes'. A partir de ahí, se trata de que, aun teniendo algunas dificultades o debilidades, puedas llegar hasta donde llegan los demás. Así, seguimos homogeneizando, dando por hecho que todo el mundo tiene que llegar al mismo lugar. Como si se tratara de un enorme monocultivo, como si hubiera que echar diferentes fertilizantes, plaguicidas, herbicidas y pesticidas (actividades didácticas, métodos, metodologías...) para que, sea cual sea la tierra o el lugar, o el clima, todos los frutos sean iguales.

Fuente de la imagen: La Vida Magazine

En cambio, si lo pensamos desde las identificaciones, encontraremos que tenemos puntos comunes con la gente, que facilitan el flujo de las relaciones, y también muchas diferencias que nos ayudarán a construir nuevos pensares/sentires/haceres, desde el disenso, y así ir restando identidad, entretejer saberes, haceres y sentires e ir, así, hacia una sociedad convivencial, sin objetivos a priori.



Textos de León FELIPE extraídos de Ganarás la luz. Colección Málaga S.A., México, 1967.

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